Gen deportista: ¿Mito o realidad?
La Creencia que Te Detiene Antes de Empezar
"No soy bueno para el deporte." “No tengo coordinación.” ”Mi familia nunca fue de hacer ejercicio."
¿Te suena familiar?
A mí sí.
De niño, nunca me destaqué en ningún deporte. En el colegio, educación física era lo peor. Los únicos deporte que se practicaban en mi casa era el baby-fútbol (mi papá jugaba los fines de semana) y el pin pon.
Sin embargo, a medida que fui explorando otras cosas, descubrí que me gustaba nadar y andar en bicicleta y patinar. Pero estoy seguro (en un 100%) que no tengo una genética excepcional para ninguna de estas disciplinas.
No obstante, hoy en día el ejercicio físico es un pilar fundamental de mi vida. Es lo que me ayuda a sentirme mejor, me aporta energía, bienestar y salud física y mental.
Por eso creo que este tema es tan importante: porque no necesitamos tener "genética" o talento especial para el deporte cuando se trata de adoptar el ejercicio como estilo de vida.
La Verdad Sobre la Genética y el Rendimiento
Sí, la genética existe. Y sí, obviamente tiene un rol en el rendimiento deportivo…
Pero aquí está el "detalle" que casi nadie menciona: esa genética importa si quieres competir en los Juegos Olímpicos o ganar competencias internacionales.
Cuando hablamos de "genética para el deporte", estamos hablando de factores como:
Altura y composición corporal
VO₂ máx potencial (capacidad aeróbica máxima)
Tipo de fibras musculares predominantes
Respuesta individual al entrenamiento
Estos factores importan si quieres competir en los Games. Pero si tu objetivo es sentirte bien, tener más energía, reducir el riesgo de enfermedades crónicas, y vivir una vida más activa y saludable...
La genética es casi irrelevante.
Lo que realmente importa son tus creencias, tus hábitos y tu constancia.
Adherencia al Ejercicio
Se han realizado bastantes estudios sobre qué hace que algunas personas mantienen programas de entrenamiento y otras no.
Ninguno de los factores más importantes es genético.
Los factores que realmente parecen importar son:
1. Auto-eficacia (Self-efficacy) La creencia en la propia capacidad de realizar y mantener un programa de ejercicio. No se trata de si "tienes talento", sino más bien de si crees que puedes hacerlo. Y esa creencia puede construirse.
2. Historial de ejercicio previo Si has sido activo en el pasado, es más probable que mantengas la actividad ahora. Pero incluso si nunca has entrenado, puedes construir ese historial empezando hoy.
3. Barreras percibidas vs. barreras reales Muchas veces nos frenan ciertas creencias y supuestos: “ya estoy demasiado viejo para esto", "no me va a hacer bien", o “el esfuerzo podría ser perjudicial”. Por supuesto que una lesión real sí es un obstáculo real, pero incluso en caso de tener una lesión, igual podemos entrenar “alrededor de la lesión” y fortalecer los músculos y tendones próximos a la zona implicada.
4. Apoyo social El entorno en el que entrenamos importa. Y mucho.
5. Estrategias de autorregulación Planificación, programación, auto-monitoreo, establecimiento de metas. Estas son habilidades que se aprenden, no se heredan.
“No soy bueno para el deporte”
La creencia de "no nací para esto" es problemática porque:
Es una profecía auto-cumplida. Si crees que no puedes, probablemente no lo intentarás con suficiente constancia para tener éxito. Y cuando abandones, dirás "ves, te lo dije, no nací para esto".
Te quita agencia. Te pone en el rol de víctima de tu biología en lugar de autor de tu vida. Si "no naciste para esto", entonces no hay nada que puedas hacer al respecto, ¿verdad?
Pasa por alto la neuroplasticidad. El cerebro cambia con la práctica. El cuerpo se adapta con el estímulo. Incluso adultos mayores que han sido sedentarios toda su vida pueden desarrollar fuerza, resistencia y coordinación con entrenamiento adecuado.
Antídotos Contra las Creencias Limitantes
1. Reencuadrar la narrativa interna
En lugar de decirnos:
"No soy deportista" → "Todavía no he desarrollado el hábito del ejercicio"
"No nací para esto" → "Estoy en proceso de aprender esto"
"Mi cuerpo no está hecho para entrenar" → "Mi cuerpo se está adaptando al entrenamiento"
2. Establecer metas de proceso, no solo de resultado
Resultado: "Voy a perder 10 kilos" Proceso: "Voy a entrenar 3 veces por semana durante un mes"
Resultado: "Voy a lograr un bar muscle-up" Proceso: "Voy a practicar progresiones de muscle-up 2 veces por semana"
Las metas de proceso están bajo tu control. Las de resultado, no del todo (aunque si logramos las primeras, aumentamos las probabilidades de lograr las segundas).
3. Identificar barreras reales vs. percibidas
Un ejercicio que puede ayudar:
Escribe todas las razones por las que "no puedes" entrenar regularmente
Para cada una, pregúntate: "¿Esto es un hecho o una interpretación?"
Para las barreras reales, pregúntate: "¿Qué solución creativa puedo encontrar?"
Ejemplo:
Barrera percibida: "Soy demasiado viejo para empezar"
Realidad: Estudios muestran que adultos mayores responden igual o mejor al entrenamiento de fuerza que jóvenes
Solución: Empezar con progresiones apropiadas y coaching adecuado
4. Construir auto-eficacia gradualmente
La auto-eficacia no aparece mágicamente. Se construye a través de:
Experiencias de éxito: Empezar con desafíos manejables que puedas completar
Modelado social: Observar a personas similares a ti que han tenido éxito
Persuasión verbal: Rodearte de personas que te animen de forma realista
Estados fisiológicos: Aprender a reinterpretar la fatiga como "estoy trabajando" en lugar de "no puedo"
5. Encontrar tu "por qué"
¿Por qué quieres entrenar?
Y no te conformes con algo genérico como: "para estar más saludable". Eso es muy abstracto.
La motivación más potente viene de conectar con valores personales:
¿Quieres tener energía para jugar con tus nietos?
¿Quieres demostrar(te) que puedes completar algo difícil?
¿Quieres reducir tu dependencia de medicamentos?
¿Quieres sentirte capaz y fuerte en tu cuerpo?
Tu "por qué" debe ser lo suficientemente poderoso como para mantenerte cuando la motivación inicial disminuya.
El Entorno Hace la Diferencia
He notado que en un gimnasio convencional, la creencia de "no nací para esto" se refuerza constantemente:
Ves a personas súper fit haciendo ejercicios que parecen imposibles
Nadie te conoce ni nota tu ausencia
No hay progresiones claras ni coaching personalizado
En cambio, en un box de CrossFit, como Acción:
Hay progresiones para cada nivel
Los coaches adaptan los movimientos a tus capacidades actuales
La comunidad celebra tu progreso, no te compara con otros
Todos empezaron en algún punto, incluyendo los que ahora ves muy fuertes
Y los coaches te conocen y notan cuando apareces después de alguna ausencia prolongada (pregúntame cómo sé eso)
El entorno puede ser el factor más importante de todos.
En resumen
No necesitas un "gen deportista" para:
Sentirte bien en tu cuerpo
Tener más energía
Reducir el riesgo de enfermedades crónicas
Desarrollar fuerza y resistencia
Vivir una vida más activa y plena
Lo que sí necesitas (al menos esto es lo que me ha funcionado a mí):
Creer que puedes mejorar
Empezar con desafíos manejables
Construir el hábito con constancia
Rodearte del entorno correcto
Usar estrategias de autorregulación
La genética puede determinar si llegas a los Juegos Olímpicos. Pero para todo lo demás, para todo lo que realmente importa en la vida diaria de una persona que no es un deportista de elite, el esfuerzo, la mentalidad y los hábitos son más importantes.
Así que la próxima vez que te escuches decir "no nací para esto", recuerda: nadie nace entrenado, fuerte o resistente. Todos construyen esas cualidades, repetición tras repetición, día tras día.
Y tú también puedes.

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