Desconectarse para conectarse

En el último tiempo estoy dedicando parte de mi tiempo a dar asesorías gratis a personas que quieren iniciar un camino de fitness. Debo decir que me gustan mucho estas reuniones. Me permiten conocer un poco más a las personas, entender sus motivaciones y ayudarlos a definir un camino que los lleve a conseguir eso que están buscando. Uno de los motivos que más se repiten en estas reuniones es el querer usar el deporte o la actividad física para desconectarse.

Por Daniel Dobbs



 

La desconexión es el acto o efecto de interrumpir un vínculo, relación o flujo entre dos elementos. Puede referirse tanto a aspectos físicos como a aspectos emocionales, sociales o tecnológicos.

¿Por qué queremos desconectarnos?

    Cuando comencé haciendo CrossFit, hace más de 13 años atrás, recuerdo como una de las cosas que más me fascinó, comparado con el gimnasio, era esa desconexión. Cuando entrenaba pesas en el gimnasio estaba lleno de tiempos "muertos" entre series. Esto me entregaba mucho tiempo para pensar en cosas. 

    ¿Qué cosas? absolutamente todo tipo de cosas. Entrenaba con música, pero al rato esta se sentía como simplemente música de fondo, y eran mis pensamientos los que acaparaban toda mi atención. En el CrossFit me encontraba con un descanso. Cuando comenzaba el Wod simplemente mi mente se apagaba. Se sumergía en una modalidad de supervivencia y el tiempo simplemente pasaba. En ocasiones lograba perder toda noción del paso del tiempo. Era un descanso, una desconexión de la realidad, una alternativa a arrancar del momento. Al fin un respiro.

    Esto fue haciendo que disfrutara mucho los entrenamientos largos (WOD's), ahí estaban mis favoritos. 30 minutos de desconexión de la realidad se sentían como reales vacaciones. Mientras más intensidad sabía que eso me entregaría mucho "descanso". Si el WOD era corto, después quería hacer otra cosa. Añoraba sentir esa libertad, no tener que pensar. 

    Pensar en el trabajo, en las responsabilidades, en el futuro, en mis fracasos, en mis oportunidades. No quería que nada interrumpiera el WOD, no quería que nadie me obligara a "pensar" durante el entrenamiento, eso significaba conectarme y era lo que menos quería. El WOD terminó siendo mi momento de escape, de desconexión.

    Como todo lo que se siente bien, comencé a buscarlo cada vez más, comencé a querer intensidad siempre. Simplemente quería disfrutar de ese espacio de desconexión. Si el trabajo del día (WOD) no tenía suficiente intensidad buscaba convertirlo en eso, buscaba aumentarle el peso, quitarle complejidad al movimiento de manera de no tener que pensar como hacerlo, sólo ejecutar y moverme. Así fue pasando una larga etapa de CrossFit, plagado de mucho entrenamiento y desconexión. Desarrollé mi fitness.

    Si, sin lugar a dudas, pero también me fui haciendo daño. El lanzarme cada día a entrenar desconectando mi mente del cuerpo me llevó a romperme. Me llevó a saltarme lo lindo del proceso de aprendizaje. Hice muchísimas repeticiones, repeticiones vacías, sin intención, o al menos con una intención equivocada. Me hice daño, sin saberlo me fui haciendo daño. Siempre entrenaba cansado, siempre entrenaba "fundido", con la esperanza de que estaba avanzando, estaba trabajando duro y el lema lo dice claro "intensity gets results". Fallé en entender que es realmente intensidad.

    Una de las gracias de CrossFit es que buscamos la eficiencia mecánica de los movimientos. Muchos creen que esta búsqueda se debe al mito de que debemos movernos de cierta manera para evitar lesiones (las lesiones son multifactoriales pero eso lo escribiré otro día). La verdad es que esto se debe más a la eficiencia del movimiento. 

    Si soy capaz de moverme de manera eficiente puedo maximizar la intensidad, es decir, puedo generar mayor potencia en menor tiempo. Eso se traduce directamente en más intensidad en el tiempo. Al final eso es lo que buscamos. Para lograr esa eficiencia debemos conectarnos con nuestro cuerpo, no desconectarnos. Debemos aprender a trabajar hacia adentro y entender de que el proceso no se puede apurar. Debemos aprender a gatear, a caminar y por último a correr. No se trata de sólo hacer, requiere que tengamos intención, que usemos nuestro cuerpo como un puente de aprendizaje, que vayamos construyéndonos, que vayamos conociéndonos, que vayamos conectándonos.

    No se si muchos han notado mi cambio. Se que cambié. Ya no entreno para desconectarme, me sigue gustando la intensidad, pero ahora la busco con conciencia, con claridad de lo que quiero lograr. Entrenar es un tiempo de conexión conmigo, con mi cuerpo, con mi esfuerzo, con mi sensación de competencia. 

    Lo hago porque se siente bien, no porque me hace daño. Lo hago porque cumple con convertirme en la persona que sueño ser. Con el tiempo fui aprendiendo que no necesito espacios de desconexión, necesito todo lo contrario, necesito espacios de conexión intencionado. Por eso escribo, por eso medito, por eso busco respuestas, ya no busco evadirlas, no busco arrancar.

    Como suele suceder me di muchas vueltas para explicar el punto. Pero a lo que quería llegar. Usa la actividad física como una forma de conectar con tu cuerpo, conectar con tu esfuerzo. Úsalo para recuperar la sensación de competencia, de que eres capaz. 

    Se siente bien. Usa tu tiempo de entrenamiento para aprender, para crecer. No lo uses para transpirar, para desconectarte, para hacerte daño, para pagar las culpa, para compensar otras cosas. Nuestro cuerpo es el más hermoso regalo que recibimos al llegar a este mundo. Tenemos que cuidarlo, tenemos que entenderlo y podemos disfrutarlo.

    La próxima vez que enfrentes un entrenamiento, usa ese tiempo para conectarte con tu cuerpo, para conectar con lo que estás haciendo. Disfruta el momento con intención. No arranques, no tienes que arrancar de la realidad. Sólo conecta.

    Porque si entrenas para huir, tarde o temprano te rompes. Si entrenas para conectar, construyes. Construyes fuerza, salud, confianza. Construyes la vida que quieres vivir. No uses tu entrenamiento para esconderte. Úsalo para encontrarte.

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