¿Hay algo más allá de ejercitarse?

 Sabemos que las motivaciones en el deporte son individuales. Cada quien hace sus cosas de acuerdo a sus intereses y búsquedas más íntimas. Y está genial. Ahora, en nuestro ámbito, movernos ya es un gran logro.

Para gozar de una sociedad saludable, es crucial insistir en que ya no solo se trata del estado físico a nivel superficial, sino que es nuestra salud la que está en juego. En los ´80, plena era dorada del culturismo, por ejemplo, se difundió la idea de que los gimnasios son un espacio de culto al cuerpo, o esa fue al menos la carta de presentación de estos espacios, donde el ejercicio tenía como fin únicamente la anhelada simetría corporal que hasta hoy promueven los máximos exponentes de esta disciplina. 

Y a muchos les quedó eso en la cabeza. Cuántas veces hemos escuchado “es que no lo necesito”, “me siento bien como estoy”, “no tengo complejos con mi cuerpo por eso no hago ejercicios”, frases que intentan legitimar la ausencia del movimiento por simplemente como uno se percibe frente al espejo. Lo cierto es que tarde o temprano, ya sea el cuerpo o el médico nos va a exigir ponernos en forma, porque el deporte afecta directamente a nuestra salud física y mental.

Resultado de un estudio mundial de Activa Research junto en conjunto con WIN (Worldwide Independent Network of Market Research) para conocer los hábitos de la salud de las personas, Chile está al final del Ranking Mundial lo que incluye, calidad de sueño y ejercicios. Y, por cierto, según la encuesta efectuada en el Día Mundial de la Salud (7 de abril), el  20% de los chilenos declara ejercitarse frecuentemente. y un preocupante 44% de la población encuestada casi nunca o nunca hace algún tipo de ejercicio. 

En esa línea, es crucial defender y promover los espacios deportivos, como en nuestro caso el CrossFit, en el que la principal motivación es brindar una posibilidad real de cambiar los malos hábitos que arrastramos y tomarnos en serio una nueva meta de bienestar y salud integral. Interesarse en integrar un espacio donde la autoexigencia, la autogestión del esfuerzo y el autocrecimiento van de la mano, un espacio donde uno deja la zona confortable para poner al cuerpo en un nuevo estado, un lugar donde se suda, se sufre, se pasan momentos duros pero que valen la pena para este nuevo estilo de vida.

Y este acto voluntario de sumergirse en un lugar de constante desafío, donde la victoria es ser consciente de que lo has dado todo, contribuye en todas las demás áreas de la vida. Se trata de ayudarse a uno mismo a ser mejor, pero no únicamente a nivel físico, sino al de exprimir el potencial que uno trae dentro. 

Dicen que cuando el cerebro se expande a una nueva idea, este nunca vuelve a su tamaño original. Por eso, cuando uno se desafía constantemente, el cerebro sufre adaptaciones que ayudan a facilitar las siguientes acciones del día. Así, es importante que cada quien pueda ir autoevaluando su crecimiento, analizarse y preguntarse ¿cómo me estoy sintiendo?, ¿cuáles son los cambios que he visto en mi?, ¿qué he aprendido?, ¿qué puedo agregar/quitar de mi alimentación para rendir mejor?, ¿qué debería sacar de mi rutina que no me ayuda? 

Todo esto aporta, son cuestionamientos que ayudan a potenciarse y si los ponemos en práctica terminarán siendo cambios que se verán reflejados en nuestra salud integral. 

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