El deporte, la última prioridad

 El deporte es uno de los grandes ausentes, al menos esa es la gran radiografía que se tiene a nivel nacional. El poco énfasis que se le ha dado tanto por la parte educativa como familiar, además de los quehaceres de la vida, se va viendo reflejada esa falta de cultura del bienestar que termina por consagrar hábitos perjudiciales para nuestra salud. ¿Por qué consideramos que es tan apremiante cambiar la mirada pasiva que se tiene hacia el deporte?



Estas líneas no responden a un análisis experto del rol del deporte, o cual debería tener. Es sólo plantear la pregunta e intentar encontrar cómo se inserta el deporte en nuestra sociedad y a través de esto comprender mejor nuestro entorno. También es identificar esta pregunta como el principal escoyo a superar para lograr cambiar nuestra sociedad y que la actividad física deje de estar en la última de las prioridades.

Es complejo escribir estas líneas. Ya el título parece elocuente. Pero el título nace de una de las preguntas que ronda mi cabeza hace mucho tiempo. Creo que aquí reside una de las principales razones por las que me levanto todos los días a trabajar y creo que representa la razón de mi lucha diaria, tanto mía como la de los proyectos que lidero.

Al realizar una búsqueda rápida en Google y escribir “El Deporte en Chile”, obtenemos distintos resultados. El primero que aparece responde al futbol. El segundo resultado es una pregunta que arroja Google, ¿Cómo es el deporte en Chile? y la responde con “Chile es uno de los países que menos horas de ejercicio realiza a la semana….”. De este enunciado podríamos definir que el deporte en Chile es bastante ausente.

Cuando trato de pensar en el rol del deporte en nuestra sociedad y como me ha tocado vivirlo, lo cierto es que es bastante fácil. Es indudable que el deporte genera mucho interés en nuestra sociedad. Recuerdo desde pequeño como el bloque deportivo en las noticias era de gran importancia. Pero todo esto en formato observador y como entretenimiento.

Nuestra relación con el deporte

Lo otro que siempre llamó mi atención en el colegio fue la separación entre hombres y mujeres. Realizábamos actividad física por separado y actividades que parecían muy distintas. También en el grupo femenino se daba la misma diferenciación. Algunas disfrutaban las clases y otras arrancaban y buscaban certificados médicos para evitar hacer actividad física. Era más marcado aún el no disfrutarlo en el mundo femenino.

A medida que fui creciendo esta brecha se agrandaba. Cada vez menos querían practicar deporte. Aquellos que querían hacer actividad física la mantenían. Aquellos que no querían hacerlo cada vez más se alejaban más de esta, porque te daban la opción de hacerlo. El cómo quedaba la relación con el deporte venía bastante definida por los primeros años y la aproximación que tenía cada uno con el deporte. La triste realidad era que tampoco existía mayor desarrollo de las habilidades físicas salvo a través del juego. Esto hacía bastante frustrante para muchos el proceso y quedaba abandonado en el camino.

Una sociedad sin espacio para la actividad física

Debo decir que si la Universidad me pareció una etapa que no promovía la actividad física, la vida laboral lo llevó a otro extremo de dificultad. Compatibilizar horarios de trabajo con el deporte me pareció casi imposible. En esos momentos, además, mi entorno prácticamente no se movía o no encontraba motivo para hacerlo. Salvo algunos que iban en bicicleta al trabajo, como una manera de mantenerse activos. La mayoría simplemente lo tenía en el olvido.

Poca cultura del bienestar

Somos de los países más sedentarios del mundo. Si miramos nuestras autoridades rápidamente notaremos que la práctica deportiva no pareciera parte de sus hábitos. Tenemos una educación física a nivel de colegios muy pobre, que enseña poco y nada y que simplemente traspasa la responsabilidad del desarrollo de habilidades físicas al azar o a las ganas. Así como forzamos a todos los niños a aprender matemáticas, no hacemos los mismo con la actividad física.

No enseñamos de nutrición, de salud y bienestar. El deporte es una de las principales herramientas para inculcar todo esto. El desarrollo de habilidades sociales está muy vinculado a la practica deportiva; habilidades que hoy en día identificamos como una carencia en nuestra juventud, que se desarrollan a través del deporte, y en vez de potenciarlo le quitamos horas, porque no somos capaces de entender lo importante que es.

Una sociedad inactiva

La pandemia amplificó la realidad de la actividad física en nuestro país. Aún se tiene una mirada de “entretenimiento/ocio”. El rol que juega el deporte en nuestra sociedad es poco importante. Casi nada relevante. La gran mayoría lo ve como algo estético o de status (ir al gimnasio más por lo que opina el resto), incapaces de disfrutar de los beneficios de una vida activa. De la actividad física como una de las claves de la longevidad.

¿Cómo cambiar una sociedad que no quiere cambiar y que no entiende los beneficios de moverse?

“Hay que empezar por los niños”, aseguran algunos. Para nada. Los niños son un reflejo de los adultos. Padres sedentarios crían niños sedentarios. Los adultos somos ejemplos para nuestros niños. Necesitamos cambiar el rol del deporte en nuestra sociedad. Dejar de entenderlo como algo opcional e instaurarlo como una parte fundamental de nuestro desarrollo como seres humanos. 

Lo cierto es que no tengo la respuesta. Si sé que hay mucho por cambiar. Acá lo seguimos intentando.

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