CrossFit, como el juego de la vida

 

Saltador realiza su acrobacia en competencia

El juego es una de las maravillas más antiguas que ha creado el ser humano. Dentro de cada cultura cualquier elemento era una excusa para crear un juego. La pelota de fútbol en Sudamérica, pero también los palos de caña con los que se enfrentan los etíopes para hacerse conocidos en las aldeas son algunas de las demostraciones de que estamos llenos de juegos y que es parte de la búsqueda de momentos humanos divertidos, alucinantes y que nos lleven a una situación simulada extrema que en la vida real no se dan.

Luego de varios capítulos revisando un excelente documental que recopila algunos deportes rústicos del mundo, pude empezar a tomar consciencia de la relevancia de jugar y como esta se transforma en una parte innata de la creatividad humana. Justamente el documental realiza una reflexión apoyado en muy simpáticas historias de la creación de deportes en que se empieza a revisar la necesidad del ser humano de crear instancias que, si bien están vinculadas con la realidad, se traduce en una experiencia mágica que emigra de la dimensión lúdica.

Somos incapaces de vivir sin ocio, sin dinámicas que nos lleven a momentos de puro goce y disfrute. Y, en parte, se trata de una herramienta tan antigua como nosotros mismos, porque queremos poner a prueba nuestras habilidades, ponernos desafíos y generar esa adrenalina, nervios que no se siente en la rutina del día y nos permite tener esa simulación de un juego que no tenemos en las otras áreas de la vida.

Esto tiene que ver también con la vida cotidiana moderna que hemos diseñado. Aquí se da que, por intentar tener nuestras actividades bajo control, empezamos a crear un estado en el que las emociones son más bien planas que se dan por inercia. Y así es como empezamos a buscar ese punto de emociones fuertes donde podemos sentirnos competitivos, y aunque no nos jugamos nada, sentimos que la vida está en juego y eso es lo que vamos buscando

En uno de los capítulos, un jugador comenta acerca de este tema y plantea que “una experiencia vívida requiere de condiciones reales y de un dolor real”. Creo que es una de las mejores maneras de explicar que el juego es perfecto para sentir que estamos viviendo algo real y sintiendo un dolor verdadero. Esto nos permite estar sintiendo esas emociones reales y por eso funciona tanto y nunca vamos a dejar de jugar porque nos da lo que no nos da la “vida real”.

Uno de los juegos que se muestran es el salto en Holanda que representa el salto que hace miles de años viene haciendo los granjeros para cruzar la miríada de vías fluviales que atraviesan los campos para hacerle el quite al agua. Aquí, hay una demostración clara de que, como menciona el relator, “el juego es la manera ideal de perfeccionar nuestras técnicas, pero también de sentirnos vivos”…

Las águilas en el Norte de Asia eran adoradas como seres celestiales que conectaban con los dioses. Para algunos pueblos de este lugar del mundo, la tradición de caza con las águilas se percibe como un juego junto a sus comunidades, en el que deben correr rápido y ayudarse entre ellos. Y lo que llama la atención del domador principal de la comunidad entrevistada es que eso lo ayuda a olvidarse de la vejez. Por lo que consigna que “Si una persona no juega, envejece rápidamente”.

La gente de esta comunidad, por ejemplo, no necesita cazar para sobrevivir, pero jugar para ellos es parte de su vida: “No puedo imaginarme sin jugar, no puedo imaginarme que sería de mi vida”, comentó uno de los integrantes de la comunidad.

En nuestro box buscamos que vengan a jugar, principalmente porque vivir el juego puede ser una experiencia mágica en la que gozamos de nosotros y nos gestionamos sin esperar nada de afuera. Se trata de aceptar los miedos, las dudas, las inseguridades, aceptar el entorno. Entregarse sin tantas aspiraciones competitivas pero sí de ocio a la esencia de la vivencia. Por eso los invitamos siempre a jugar, entretenernos y fluir dentro de las dinámicas que se nos plantea en cada disciplina deportiva.

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