Explorando más allá de la zona de confort

 ¿Con qué frecuencia me animo a buscar nuevas experiencias? ¿Qué tan motivado estoy a entrar en un círculo virtuoso que me permita generar cambios? ¿Hasta dónde puedo avanzar si acepto la incertidumbre como parte de este camino? Las respuestas a estas preguntas, sin dudas, no se encuentran dentro de esta zona de comodidad y certezas.

Según la Real Academia Española, cambio es convertir o mudar algo a otra cosa. El cambio, por lo tanto, es en sí pura acción. Modificar, alterar un patrón ya establecido, darle un vuelco a la rutina, afectar nuestros esquemas. La mayoría ignora qué tan aptos o dispuestos estamos a plantearnos siquiera esas modificaciones a la conducta que por genética hemos asumido y adiestrado para estar en ese espacio de comodidad que el cerebro siempre busca. Ahora, estamos muy lejos de hallar nuestro potencial sin arriesgar ciertas cosas.

Una vez le preguntaron a un paracaidista sobre qué había aprendido en todos estos años como profesional del salto; y este respondió: “Aprendí a ser humilde. Cuando salto, suelto la vida, porque ésta ya no depende de mí. Mientras más vuelo, más diminuto me siento en el universo”. 

El joven paracaidista tuvo que vivir quizás cientos de saltos para aprender algo tan sencillo pero tan importante como aprender a soltar. Y es así. Ese soltar, esa búsqueda por encontrar respuestas y conocerse, de seguro no está ni estará en la zona de confort. Los aprendizajes nunca se consiguen sin entregar algo a cambio, y esa moneda no siempre es la misma. Pueden haber emociones de por medio, dejar ir algunas ideas, quebrar vínculos, arriesgarnos a perder algo, o quizás todo, cambios de ruta en la vida personal y tantas otras cosas. 

Tenemos claro que para sufrir esas adaptaciones fisicoquímicas debemos permitirnos probar nuevas sensaciones. Es aquí donde encontramos inconvenientes y variados dolores fisiológicos ya que estamos reconfigurando nuestra cabeza y nuestro cuerpo, estamos creando nuevas conexiones neuronales y músculo-esqueléticas que no sabemos cómo se sienten porque nunca las hemos vivido. 

Abrirnos y adaptarnos

En un discurso, el entonces secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld lanzó una frase célebre: “Como todos sabemos, hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que hay cosas que no sabemos. Pero también sabemos que hay cosas que no sabemos que desconocemos”. 

Parece trabalenguas pero es tan real que para llegar a acercarse a obtener cambios verdaderos, habrá que aceptar que hay cosas que ni siquiera sabemos que no sabemos; esta puede ser la base del conocimiento, y por lo tanto del crecimiento. Aquí estamos todos viviendo en esos parámetros de sabiduría/ ignorancia permanente y probablemente eternos, por esto, un contexto del “no sé lo que no sé” me debe incentivar a navegar mar adentro y averiguar al menos una mínima parte de lo que desconozco.

El escritor y conferencista Jhon Maxwell, dice que “los individuos que se conforman se apartan buscando un espacio seguro para protegerse a sí mismos, en cambio los líderes aceptan la incertidumbre y la encaran de frente”. Y de cierta manera todos somos líderes de nuestra propia vida porque nosotros tomamos las decisiones, las cuales están -querámoslo o no- la mayoría de las veces basadas en emociones.

Porque veamos, cuando analizamos racionalmente antes de tomar las mejores decisiones, ¿qué medimos realmente? En este caso, estamos decidiendo por acciones futuras con experiencias pasadas, es decir; desde una narrativa construida a partir de lo que hemos escuchado de lo que puede pasar y solo con esa carta bajo la manga llamada “Experiencias Previas“, queremos asumir algo, pero ¿cómo vamos a saber qué hay más allá? Nos obsesiona conocer para controlar la incertidumbre. El instinto de supervivencia nos supera y nos rige. Pero el ser humano está continuamente haciendo ese click con ciertas cosas no precisamente por un proceso racional sino simplemente por secreciones químicas que lo invitan a acudir a otras sinapsis. Y tenemos una máquina llamada cuerpo que siempre va a ser capaz de encontrar esa adaptabilidad, y equilibrarse para luego volver a romper esos paradigmas adquiridos.

Entonces, la pregunta podría ser ¿ quiero empezar a lidiar con lo que aún no sé qué no sé? ¿Me quedo acá o cruzó el puente de aquello que no conozco? Ya que, si sabemos que tarde o temprano habrán cosas que nos van a incomodar, ¿por qué no aceptar que tenemos muy pocas certezas respecto a nuestra vida y nos atrevemos a vivir con nuestros propios sentidos?.

En Acción siempre estaremos buscando que vivas algo distinto, creando un ambiente óptimo que cause un sacudón emocional, que nos lleve a averiguar algo más de nosotros, a conocer (nos) un poco más allá de lo que ya (nos) hemos conocido. Por eso aquí creemos que el manjar de la vida está en acomodarse en la incertidumbre y aceptar los cambios como sucesos naturales e incluso necesarios para que nazca una nueva versión de uno. Abrazar la crisis momentánea y forjarnos como el diamante es dejar que, bajo la presión justa y necesaria, salga lo mejor de nosotros. 

Este proyecto tiene como objetivo retarnos, a nosotros como equipo y a ustedes como alumnos, por eso generamos instancias competitivas que nos permitan ampliar ese margen porque sabemos que la rutina es difícil de llevar, algo peligrosa y le quita emoción a todo lo que uno hace, por eso se trata de correr el cerco para expandirnos desde lo colectivo hacia lo más personal. 

Y en ese sentido, es importante hacer cuentas y ver hace cuánto no hago algo nuevo, ya que, si no estoy pensando cosas nuevas, atreviéndome a probar nuevas ideas, si no estoy mutando hacia nuevas perspectivas, entonces me estoy quedando atrás, me estoy conformando como personas en mi espacio reducido. Y eso no nos hace mejores. Lo mejor es reinventarse, adecuarse y vivir lo que sea necesario para salir de los cascarones que construí y que me ayudaron por un tiempo pero que debo desechar para ir por ese nuevo ser. 

Reconozcamos que cada día es un nuevo escenario, que hoy todo es diferente y desconocido, estamos viviendo este día y no hay nadie que sepa cómo va a terminar, por eso hay que abrirse, levantarse, buscar el cambio antes de tener que cambiar por consecuencia de alguna situación extrema. 

El Open 2022 es otra iniciativa que nos ayuda a salir de ese estancamiento o esos límites que hemos madurado y de los márgenes que no queremos quitar. Por eso seguimos buscando la más alta participación de parte de ustedes en este evento masivo y mundial del que podemos ser parte como Acción. Serán una serie de momentos para atesorar y compartir y un cúmulo de emociones que vale la pena soportar, para que todos vayamos con esa idea, aunque desconocida, de avanzar, sin importar que incomode, porque esa es la manera en que dejamos lo confortable y nos exponemos a zonas de aprendizaje y de las verdaderas emociones de vida que le dan sentido a nuestra existencia.

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