¿Cuál es tu granito de arena para la comunidad?

 Todos tenemos un sello personal. Y ese sello es sustancial, es la esencia, es lo auténtico y eso potencialmente es tu gran aporte para el lugar sagrado: “El box”, donde las cosas pasan y nuestras características empiezan a desplegarse con fervor.

¿Qué te caracteriza en tu vida en general? ¿Qué es eso que te ha destacado siempre? ¿Eso que eres y que te identifica, lo intentas ser y transmitir en el box? ¿Lo compartes con tus compañeros? ¿Te entregas en cuerpo y espíritu a la práctica deportiva? Tú, como individuo, gozas de ciertas peculiaridades y habilidades que pueden aportar trascendentalmente a la identidad de la comunidad; esa autenticidad que todos tenemos crea un fenómeno sociocultural que rebasa al marco deportivo.

El gran proyecto de nuestras vidas deberíamos ser nosotros mismos. Más allá de nuestros nombres o apellidos, lo que nos identifica realmente es esa esencia que emitimos a cada momento, nuestra batería de valores y convicciones con los que estamos identificados y que nos ayudan a diferenciarnos de otros. No somos objetos ni entes inertes sino que donde vayamos estamos arrastrando un conjunto selecto de prioridades personales e ideales que exponemos y declaramos de diversas maneras.

El deporte al acecho de la cotidianeidad de la vida

El autor de “El deporte como fenómeno socio-cultural portador de valores”, Francisco Jiménez, concluye que “el alto grado de rutinización y civilización de las sociedades urbanas industrializadas, que se deriva en constantes restricciones emocionales en la vida diaria, con lo que la necesidad de actividades recreativas desrutinizadoras como los deportes es particularmente intensa. No obstante, “este proceso desrutinizador, esta excitación de las emociones en público que la sociedad permite, está a su vez sometida a controles civilizadores” (p. 267)

En ese sentido, el deporte vino a jugar un papel lúdico, recreativo, que entrega recompensas económicas en el caso de los profesionales y de salud y emocionales en el caso de los agentes activos amateur, con lo que vemos que no se trata exclusivamente de este conjunto de reglas para una competencia o actividad en particular dentro de un determinado periodo.

Es más, el deporte se ha convertido en un fenómeno social del que diremos hasta el cansancio, no se le ha tomado la debida importancia a nivel escolar, sabiendo que puede ser un pilar clave en la formación del individuo ya que cuenta con una función de integración social que es necesario resaltar. Esta valorable capacidad socializadora del deporte se va construyendo a nivel macro por parte de quienes forman el universo deportivo, pero a nivel micro, por parte de las comunidades, cada una influenciada por su propia cultura y geografía. Y ahí queremos llegar. 

Jiménez enfatiza en que “el deporte empieza a cumplir un papel vinculante, que se ha ido perdiendo con la escasez de espacios para el compartir cotidiano, lo que muestra una infinita capacidad para forjar identidades, y de marcar un sentido de pertenencia geográfica”. En ese sentido, esto se va entretejiendo principalmente por sus protagonistas, ya que son ellos los que instalan una serie de aptitudes en la comunidad.

Este interés particular que generó el deporte es una cuestión que si se toma en serio y se da espacio por parte de las comunidades puede ir formando célula tras célula un organismo dotado de buena salud y con una identidad clara. La actividad deportiva en equipo, colectiva, surge para buscar variantes al deporte y darle un sentido de colectividad en la que hay otras cosas por mostrar.

El ser humano, en el colectivo, es capaz de hacer cosas que en solitario no haría y eso aplica de manera positiva y negativa. Es decir, algunas cosas no nos atrevemos ni sentimos la confianza de hacerlo solos, por lo que si estamos bien influenciados puede que esos elementos externos nos empujen a lograr un nuevo y mayor resultado. 

Somos seres que responden a leyes, a un universo que busca permanentemente el equilibro, y de eso no podemos escapar. De cierta forma, cuando se habla de que somos el resultado de las personas con las que más nos relacionamos tiene mucho de cierto en el sentido de que vamos equilibrando las fuerzas, equiparando costumbres y prácticas, y esa cualidad permea en el individuo, convirtiéndolo en un promedio de su grupo social al que asiste.

Este deporte no lo practicamos profesionalmente. Somos simples entusiastas del movimiento, impulsores de la ilusión, apasionados del sudor, amantes del dolor. Ese ambiente en el que se mueve el crossfit, es ideal para impulsar una atmósfera de la que uno se despliega, se expone y se deja llevar para conocerse. Ahí surge la magia.

Este círculo virtuoso en el que nos sumergimos, nos permite experimentar en múltiples dimensiones. Sabemos que cuando colocamos ingredientes en la juguera, el resultado de eso será una mezcla concreta de todo eso que introdujimos al recipiente, y en el box hay inmersos una serie de ingredientes humanos que cuando se van incorporando y relacionando, surge ese resultado preciso y ajustado de lo que entregó cada uno desde sus posibilidades. De ahí se va componiendo esta identidad, y tal cual como si introducimos una mayor cantidad de un ingrediente que de otro va a prevalecer el sabor de lo que más se colocó, en el box y en la vida ocurre algo similar. 

Aquellas emociones que más se repitan y sintamos definen en gran parte nuestro espíritu, y en la vida la mayor cantidad de valores que se repitan a nuestro alrededor definen quienes somos. Así mismo, las palabras que más se expresan, el nivel energético que se tiene, la fuerza que se ejerce, los vínculos que se instauran, la motivación que se implanta definen al box. Desde afuera, solo hay unas paredes levantadas con unos cuantos artefactos, pero lo que marca a este box son las personas que lo visitan y lo que ellos son capaces de crear entre sí. 

Así, ese fenómeno particular que surge con el deporte hace que amemos estos momentos de dolor y de repentina frustración, porque entendemos los tiempos de la práctica y que después vienen las sonrisas y abrazos por haberlo dado todo.

Somos más que es un logo o un par de colores, somos un grupo humano que se ha ido conformando desde la acción, el cariño, el respeto y el amor para hacer de este lugar un espacio que entrega experiencias fascinantes, que se fue consolidando como un espacio lleno de positivismo y motivación, y que todos al final de nuestros días recordaremos con orgullo por haber entregado ese valioso granito de arena.

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