Crossfit para ampliar la vida útil: “Ha sido la diferencia entre andar en silla de ruedas y caminar”

Jorge Andrés Dawabe ha sido deportista gran parte de su vida. Es mayor del ejército en retiro. Se tuvo que jubilar luego de un accidente a los 34 años en un paracaídas. Acá nos cuenta su historia de cómo el Crossfit lo ha acompañado por 5 años y le ha servido para no quedar postrado tras este traumático suceso que cambió por completo su vida.

 

Jorge tiene una larga relación con el deporte. Lo considera mucho más que un pasatiempo, quizás una pasión y por qué no un estilo de vida. Su larga trayectoria representando a Chile en Taekwondo (Número 1 nacional 10 años), su amplia historia en Judo (Número 1 nacional por 5 años), dan cuenta de esa profunda pasión.

En paralelo a la actividad deportiva, ejercía sus funciones en el ejército. Hace unos años Jorge tuvo una falla parcial en un salto militar en paracaídas. Resultó salir eyectado con los cables trenzados lo que terminó en una fuerte caída en el aterrizaje. No sintió dolores en el momento de caer y devolvió su paracaídas normalmente avisando sobre su caída casi como una anécdota sin importancia, sin embargo, luego de unos meses del accidente, inesperadamente sufrió una ceguera debido a un coágulo cerebral que, por suerte, se disolvió en 4 meses.

Parecía que el accidente le seguía los pasos ya que luego la ceguera y a un año del accidente, mientras estaba en un vehículo sintió un dolor profundo: “Fue como un clavo que me atravesó la pierna”, relató.

Fue al Hospital Militar, el médico le preguntó a qué se dedicaba, le contó de sus actividades deportivas y le aseguraron que no podía seguir con eso. “Me dijo que en las dos caderas no tenía cartílagos y se me incrustó el fémur dentro de la cadera, que tenía artrosis y se generaron osteofitos (protuberancias óseas que demuestran la presencia de una enfermedad degenerativa)”, explicó.

El diagnóstico no era claro. Solo se sabía que había una enfermedad degenerativa y una junta médica de caderólogos analizó la situación, junta que finalmente decidió operarlo aplicando una prótesis experimental específica para lesiones óseas. Poco invasiva y hecha especialmente para deportistas ya que requería de buena musculatura para conservarse.

Después de la operación tuvo que aprender a caminar con la nueva prótesis, y a los meses logró volver a trabajar. Al volver le pidieron que tomara vacaciones para que se acomodara su prótesis. Las tomó pero un día antes de volver hizo un movimiento que le provocó un dolor intenso en su cadera. “Fue como sentir que de nuevo tenía artrosis en las dos piernas”. comentó. Con este accidente, su cuerpo rechazó la prótesis, no le podían poner otra prótesis y la opción era cortarle cada fémur y ponerle la cánula larga pero era muy joven para dicha intervención, por lo que el diagnóstico cambió su vida: 40% de discapacidad por Compin y 70% de discapacidad por la Comisión de Sanidad como militar. Esto lo obligaba a jubilar por la Ley de Inutilidad.

“Y doc… ¿Qué es lo peor que me puede pasar?”

Con todo el desgaste emocional de esta noticia, a los 5 meses de ser dictaminado como discapacitado, fue a un control y preguntó directamente “Y doc, ¿Qué es lo peor que me puede pasar?”, Los médicos fueron claros en que al tratarse de un problema degenerativo, en algún momento iba a quedar postrado en silla de ruedas por 15 o 20 años, pero esto se iba a determinar luego de una revisión, que significa operarlo y cambiar la prótesis del fémur y cadera de su pierna izquierda, lo que lo puede dejar postrado definitivamente. Así, tendría una vida relativamente normal cuyo tope quedaría supeditado a la duración de dicho artefacto.

A partir de ahí, todo quedó en sus manos y decidió mantener su estilo de vida. “Voy a hacer mi vida lo más normal posible, porque no puedo estar mirando el techo con cara de pena”, aseguró. Empezó subiendo el Cerro San Cristóbal en bici y después conoció el box de Acción Crossfit Providencia.

Empezó con 2 día con ciertas restricciones, luego 3 y ahora 5 veces a la semana, lo que le ha permitido precisamente alargar la vida útil de su prótesis. Ya no eran los 13 años que proyectaban en un inicio, gracias a incrementar su masa muscular y rellenar los espacios entre su musculatura y la prótesis.

“Me dieron 25 años más si me mantengo así, entonces es probable que nunca me tenga que revisar ni hacer la operación”. En ese sentido, reflexionó: “Hay mucha gente que lo toma como opción (entrenar). Para mi ha sido la diferencia entre andar en silla de ruedas y caminar”.

Jorge destaca dentro de las características de este deporte que es transferible a otras disciplinas: “El CrossFit también me permitió volver a entrenar Judo con más tranquilidad y confianza. Me dio la estabilidad en las caderas para poder hacer desplazamientos, proyecciones”, comentó, ya que antes de hacer crossfit seguía haciendo judo pero necesitaba un trabajo que le reforzara bien la zona media, isquiotibiales, psoas iliaco.

Además, sobre la comunidad de Acción, Jorge destacó que “dentro del box uno encuentra un ambiente que te permite no competir con el resto pero sí competir con uno mismo y el ánimo que te entrega el resto te permite potenciar las cosas que generalmente uno las tira hacia abajo, pero al final cada uno se da cuenta que tiene sus propias limitaciones y cuando uno pasa de hacer una flexión de brazos, a dos…súper bien (aplaude). No hay una competencia mala”.

También recalcó el trabajo a nivel de autoestima que da nuestra actividad. “Esto te permite sacar lo mejor de cada uno.  El mayor problema, más que hacer ejercicios, es que la gente no se cree el cuento, pero dentro de la comunidad uno termina creyéndose el cuento”, añadió.

Así, los beneficios más claros que Jorge percibe en la comunidad es la mejoría en la actitud. “Al final uno entiende que más allá de tener un bícep más o menos marcado, el cambio que se busca es actitudinal, ese cambio es el que realmente genera el box”, selló.